Ocupando un digital playground

Nunca pensé en escribir algo que tuviera que ver con videojuegos, pero para todo hay un momento. Normalmente hago algo extraño y es imaginar las cosas que aún no he hecho o las cosas que probablemente nunca haga. Por lo general me pasa que termino haciendo lo que en algún momento imaginé que nunca podría hacer. Unas de esas cosas era que nunca podría entender qué era la alegría, y por presupuesto no he encontrado la respuesta concreta, pero me comí la idea que plantean filósofos y con eso estoy medianamente tranquilo. Y escribir sobre videojuegos fue algo que surgió para poder dar respuesta a otra inquietud que tengo, pero lo lindo de todo es que, me he encariñado con la búsqueda de la verdad que hay detrás de los cambios que tenemos a partir de los juegos y su diseño físico y a nivel de software.

Intentar hablar sobre algo que es nuevo, a nivel epistemológico, no es tan fácil. Sobre todo cuando en mi vida no me he hecho muy amigo de los videojuegos, pero me he apasionado ya de adulto con algunos juegos simples y que no requieren de un nivel agresivo de angustia. Bueno, y si no puedo jugarlos pues lo mejor es estudiarlos y ver a las personas jugarlos. Eso es algo que me tranquiliza y me genera satisfacción, el hecho de ver a las personas jugar y tratar de entender cómo se conectan para dirigir ciertos comandos que yo, vuelve y juega, no sería capaz de hacer.

El creer que no puedo hacer algunas cosas es lo que me lleva, quizá a nivel del subconsciente, a realizar esas cosas comunes, porque es eso, realmente jugar o estar en un digital playground es algo que casi todas las personas hacen en su tiempo libre.