El embrujamiento del mundo: de por qué la pedofilia es un crimen

Para mí suele ser muy duro hablar sobre este tema, porque la atracción sexual de la adultez sobre la inocencia de la infancia es algo que me produce un asco inconmensurable. Pero siento que es importante no dejar pasar la cuestión sobre si la pedofilia es un crimen, sobre todo porque creo tener la respuesta. Comenzaré por justificar que esta cuestión me ha surgido de Twitter, ya que una escritora de mi país ha hecho un tuit que versa así: "La pedofilia no es un crimen. Es un crimen el actuar sobre ella, es decir, el abuso sexual a menores. Pero ningún deseo es punible en tanto deseo, ni es tampoco bueno o malo. Así que reaccionemos contra los violadores de niños, no contra los pedófilos. No es lo mismo." Y bueno, de este tuit saco una serie de ideas a partir de una investigación sobre aquello en el mundo que nos embruja.
El libro que pondré de base se llama El encantamiento del mundo de Boris Cyrulnik, donde el autor plantea una explicación sobre el misterio de por qué hay ciertas cosas que nos embrujan. Por este camino se encuentra la falta, la cual surge en el instante en que nos encontramos fuera de nuestra vida intrauterina, cuando ya no estamos tibios ni húmedos, y por el contrario nos da frío y hambre, es algo que nos falta y es nuestra figura de apego la que puede saciar las necesidades. Desde acá podemos ir tematizando nuestras vidas, a razón de aquello que nos falta, pero poco a poco nos vamos dando cuenta que hay cosas en el mundo que nos embruja aún más.
Siento que una consciencia humana es capaz de conocerse a sí misma y tal vez es capaz de considerarse como un objeto, lo que también me hace pensar que así como puede hacer eso con sí misma también puede hacerlo con alguien más. De tal manera que se ha hecho posible la esclavitud y se han desarrollado jerarquías, que en últimas dan paso al desarrollo de quienes son buenos y merecen estar en lo más alto de la sociedad, y los malos quienes deben permanecer en la parte inferior, hablándolo en términos metafóricos. Entonces, los deseos son buenos o malos dependiendo de la posición que se tenga, si alguien tiene cierta posición y es inteligente y tiene la posibilidad de cosificar a los demás, es probable que ese pedófilo pueda adquirir material peligroso y delicado, un material que se hace para alimentar el morbo, el comercio pervertido y las transacciones ilegal.
Que alguien esté arriba de la pirámide o la jerarquía y que manifieste sus deseos como buenos es algo que se puede revocar. Dice Cyrulnik que las cosas en el mundo pueden darse de dos formas para los humanos, una forma es el anzuelo y otra forma es la ilusión. El anzuelo es aquello que es verdadero y está dado como una superapariencia, es decir, como algo más fuerte que un estímulo dado por la naturaleza, lo cual vendría a ser la capacidad de racionar sobre un matiz de la vida e ir hasta el núcleo del problema. Mientras que por otro lado está la ilusión o la falsa apariencia, y es de esta apariencia de la que muchas personas se agarran porque están en connivencia con su deseo, en este caso, el deseo sexual hacia los infantes es una falla en su modelo operativo interno de adulto. Las ilusiones no son de sujetos sanos, luego, normalmente existen varias teorías que podrían atribuir acontecimientos desafortunados en la infancia del pedófilo, como lo sería una hostilidad de asertividad afectiva y física por parte de los cuidadores principales.
Siento que un pedófilo es alguien que está sometido a la búsqueda del orgasmo por medio de una figura infantil, y por el cual sacrifica una parte de su vida afectiva y social, ya es de saberse que el pedófilo no va comentando su fijación y por eso debe ocultar parte de su problema psicológico. El crimen estaría en que quien tiene esta psicopatología no lo comente con un profesional, de acá surgiría una bomba de tiempo, pues es de esperarse que de cualquier forma intentará saciar sus necesidades fisiológicas. 
Para concluir esta entrada un poco vaga, quiero fijarme en eso de que la pedofilia y el abuso sexual no es lo mismo. Yo creo que en esta idea la escritora sí tiene razón en términos conceptuales, pero desde un punto de vista de lo que en francés se entiende como la parole, el abuso sexual y la pedofilia son lo mismo. El infante como el cuerpo del deseo puede llegar a ser susceptible de cualquier afectación en los dos casos, ya que los menores terminan por ser víctimas de la felicidad de otros: los adultos, quienes también son víctimas de la búsqueda del éxtasis. Ya los infantes no tienen tiempo de adquirir algún sentido sobre lo que pasa, y es en esta medida en que todo es una desagradable sorpresa. Y desagradables también son aquellos quienes cometen la violación sexual, como quien compra el contenido digital que resulta de esto.
 

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