Días iridiscentes
A veces pienso en lo mucho que extraño ver el agua iridiscente en las mañanas, no sé por qué se formaba pero me hacía feliz. Sin embargo, últimamente siento que todo lo que he concatenado en mi mente se ha estado soltando, parte por parte cada uno de mis conocimientos, o de mis recuerdos, se ha ido perdiendo entre cosas que siento y que no quisiera entender.
Mi llegada a una nueva ciudad, y mi sensación de negativa soledad, me ha hecho pensar en el pathema o las pasiones del ánimo, sobre lo cual las personas determinan su pensamiento. Pero esta vez es diferente, porque sé que ese pathema realmente está constituido por un montón de secreciones neuronales, y que aquello que me pasa no es más que una avería en mi cerebro, donde todas las tristezas no son más que una mala producción de químicos, y que mi tristeza y soledad no es más que un producto dañado de un experimento que me realicé hace exactamente ocho años, cuando mi tesis de pregrado empezaba a tener forma.
Este mes fue extraño, estuve lleno de incertidumbre, miedo, de irrisión y de muy poca alegría buena. Pasé un cumpleaños apartado de toda posibilidad de un abrazo, y me vi como un pequeñísimo punto en el firmamento. Al final me quedé esperando una pizca de tranquilidad que nunca llegó. Esperaré a que el próximo mes todo salga mejor, a que los días sean iridiscentes y haya más color. La narración me sigue salvando, me ayuda a confiar y a regocijarme un poco.
Vea profe un abrazo grande por aquellas tristezas o decepciones que ha llevado y que algunas cosas se superan poco a poco
ResponderBorrarAgradecido por esas palabras tan bonitas. Un abrazo grande de vuelta.
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