¿Al fin feliz?

Los últimos tres meses han sido difíciles, casi que no lograba entender qué era lo que estaba pasando. Pero observé que hay ciertas oportunidades en lo desconocido y en la precariedad, dando lugar a otra posición de mi propia vita contemplativa, cambiando el sentido de todo lo que empezaba a ver y conocer. Aprender a mirar con calma es quizá lo más valioso que aprendí de Nietzsche, y es desde acá que inicio con una profunda y contemplativa mirada, que me permita la pausa y la lentitud con lo que todo debe ser apreciado.
En el trabajo he profundizado con las estudiantes sobre las formas de violencia que nos rodean, las maneras de manipulación emocional y la importancia de entender conceptos como la dignidad o la violencia estructural. También hemos estudiado el por qué es importante entender el género y qué es lo que debemos entender para no generar violencia a las personas que queremos y que nos rodean.
Enseñar me ha ocupado y enseñado cosas, pero conste, de todos modos, que en algunos momentos me he puesto a pensar en lo que viví, en lo que causé, y que en definitiva me reconozco como alguien violento, que aún necesita entender qué ocurre en el mundo. Cada vez percibo menos la realidad, y en efecto todo recae bajo la responsabilidad de ser o no ignorante, y a veces prefiero simplemente omitir mi realidad. Vivir en una seudosoledad no es fácil.
Este mes, septiembre de 2024, volví a sentir la absoluta felicidad, a revivir momentos y a recordad espacios... recordar la unión que unx tiene con otras personas a veces resulta en la superación de la angustia. Hasta acá el recuento precario de mis últimos tres meses.

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