Las relaciones personales y la muerte

Me he puesto a pensar muchas cosas, en especial, en aquellos que en algún momento de mi vida fueron importantes. No encontré más que recuerdos, nada importante, ningún dato relevante para poner en juicio. No me gusta pensar que algo o alguien puede volver a mí de manera inmediata, siempre hay un tipo de proceso en el acercamiento, en el establecimiento de alguna conversación o acción de tacto.

Hoy es el día del padre, pero para mí es un día común y corriente, igual que para quien es mi padre, y siento que es un buen paso a la adultez, donde no necesito preocuparme por alguien que se preocupa por mí. La relación que sostengo con mi padre no es sana, es contingente, es una relación entre empleado y empleador, donde yo como empleado desarrollo actividades laborales y comerciales, tan sólo eso. 

Algún día estaré lejos de mi familia, y quizá sólo extrañe mi mesa y mis libros, mis cajas con cartas y recuerdos, y algunos papeles de la universidad que siempre guardo. He hecho bien en evitar que las emociones familiares me afecten, trato de que las personas no me produzcan algún afecto fuerte, en lo cotidiano, específicamente. En este momento, confío en una persona, y es sólo por esa persona por quien siento dolor cuando está lejos, por la capacidad de extrañar que tengo con esa persona. Creo que la muerte es la única causa que me produce el efecto de dolor, porque claro, perder a alguien siempre duele; empero, siempre trato de estar en paz y salvo con las personas, y es aquella acción de beatitud que me impide sentir melancolía.

Las relaciones personales y la muerte, siempre terminan en algún momento, y lo importante es estar en calma con uno, conocer el límite de nuestro dolor, pero también conocer que el dolor es inacabado, y cambiante. En mi caso, la soledad, el hermetismo, son cosas que me ayudan, me reparan, me devuelven el bienestar, pero no completamente. Yo, en la condición humana en la que me encuentro, siempre estoy desarmado o vulnerable de ser atacado.