Novena parte: El progreso de las desdichas personales
Considero que una desdicha personal es algo no esperado, algo que está por fuera de nuestra responsabilidad y que nos afecta catastróficamente, por ejemplo, la muerte de alguien cercano, o las extrañezas del cuerpo después de una ruptura amorosa o de un regaño fuerte. Ahora bien, para entender más a profundidad qué es una desdicha personal debemos dejar un momento de lado los vínculos entre los otros y unx, y pasar al vínculo entre yo y yo o en francés moi avec moi referente a los modelos operantes del apego. Pero para poder hablar de la relación que tengo yo conmigo mismo es importante focalizarse en los niveles de desarrollo psíquico o del IQ como un indicador de sí mismo y en efecto de la resiliencia. El IQ no debe tratarse como una cualidad cerebral o una característica propia de un grupo social, como se podría encontrar en películas como Akira (1988) o en el vídeo musical de Midnight City del grupo M83.
Tener conciencia de que unx tiene un desarrollo psíquico y que este desarrollo es diferente en todas las personas, puede ayudar a generar un paso importante hacia la inteligencia relacional. Pero como ocurre con la resiliencia, en tanto debe existir trauma y su propia comprensión de la fractura de la personalidad, la inteligencia relacional se debe dar a partir de una infancia herida, aunque hay que definir que esta infancia herida es una infancia donde se ha sufrido la ausencia de seguridad, y por la misma vía se han vivido acontecimiento podo comprendidos en el momento en el que se vivieron.
Las desdichas personales son un progreso en nuestra constitución de la mente, en cuanto se puede ser consciente y un poco sensible a la manera en que las demás personas reaccionan entre ellas. Pienso, y a la vez siento, que cada quien ha vivido momentos pesados y sistemáticos en diferentes escenarios de la vida, en el hogar, en el colegio, en la calle, quizá en todo momento, e intentar comprender todo aquello que nos duele es el primer paso para no reprimirse ni intentar ser ajeno a lo que ocurre en la sociedad.
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