Sobre un breakup

Entre todas las cosas que unx puede hacer con una persona, la menos divertida es terminar el vínculo. Es una sensación que a veces se comparte, en otras circunstancias es liberadora y en otras es traumática.

Hace más de un mes que mi vínculo más fuerte se rompió, un vínculo de más de cinco años. Siento que una linda parte de mi vida quedó resumida en las conversaciones y fotografías que tuve en ese lapso de tiempo con M.

La música me ha ayudado a reflexionar, a mirar fijamente cada uno de los pensamientos que tengo sobre aquello que hice y que no hice, a pensar en mí como autoconsciencia que se desarrolla y se define a través del reconocimiento mutuo, según Hegel y según mi propia lived experience.

Me di cuenta, entre las conversaciones que tuve conmigo mismo, de que desarrollé una especie de compresión profunda y un control sobre mis emociones bastante buena, pues, llevo ya casi 10 años intentando controlar mis afectos y emociones. Sin embargo, este control sobre sí mismo me ha llevado a una sensación de desconexión o, como dice Cyrulnik, de embotamiento emocional.

Conocer mucho sobre la función de las emociones me ha llevado a amplios análisis, donde mi cuerpo y mis pensamientos son el punto de análisis, y siento que esto me ha llevado a una desconexión con mis propias experiencias emocionales en sí mismas. Aunque refleje alegría a través de mis gestos y posturas, no es una alegría auténtica, sino sólo es una manifestación externa. No hay nada como sentir y vivir una emoción de manera auténtica, creo que sólo me pasa con la tristeza. Y bueno, llegué a la conclusión de que ese embotamiento emocional puede ser una forma en la que me protejo del dolor y de experiencias perturbadoras, quizá también es por culpa de las filosofías helenísticas cuando me enseñaron qué era la ataraxia, y probablemente los espacios que habito no están hechos para la ausencia de perturbación.

Después de haber hablado sobre mí, es momento de hablar de lo que no hay que hacer en un breakup. Reflexioné sobre varias cosas fundamentales que básicamente siempre me ocurren, es decir, siempre me funan, après tout no me importa. ¿Pero por qué pasa?, ¿será porque nunca hablo de primero y no tengo el control de la narrativa?, ¿tengo la obligación de contarle mi historia a mis amigxs para que no queden con una percepción sesgada? La verdad, concluí que: No puedo volver a involucrarme con alguien que recurre a mis amigxs para resolver sus problemas personales cuando yo estoy involucrado, una situación que ya he experimentado en dos ocasiones. También comprendí que no es bueno relacionarse con personas que dan lugar a cuestionar el orgullo y la dignidad de otras personas, en este caso: la mía, sobre todo porque, hablar mal de alguien puede considerarse como una manera de obtener simpatía y compasión, algo que prefiero evitar.

En conclusión, mientras menos información comparta con los demás, tanto de sí mismo como de unx tercero, se podrá evitar el ser juzgado/s y recibir comentarios negativos. Considero que el culpable de mi malestar soy yo mismo, y en efecto, en esta situación, más allá de controlar las narrativas, no he sido capaz de compartir mi versión de la historia... quizá no lo he hecho porque egoístamente dejo que algunos de mis amigos terminen con una percepción sesgada, y quizá quiero en el fondo que no sean mis amigos. 

Aprender que los vínculos humanos son una construcción, y que a veces esos vínculos se caen como un edificio, es algo supremamente duro. Pero queda el terreno de aquel viejo edificio sobre el cual puede construirse un edificio más bonito.

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