Parte uno: Descifrando el poder del sexo

Desde hace un par de meses he dedicado mi tiempo a leer y desmenuzar un libro llamado Cuerpos que importan, de la filósofa Judith Butler. Quiero dar crédito de mi lectura a la profesora Ana Patricia Pabón, quien en clase de feminismo recomendó, a mis compañeres y a mí, leer este libro lleno de información y de detalles relevantes, los cuales me permiten entender un poco más sobre el sexo y su multiplicidad en el entorno que puedo llegar a habitar.

El libro de Butler inicia explicando qué es el sexo, y va profundizando en las capacidades sexuales y diferenciadas de cada cuerpo, además, la autora hace énfasis en el sexo como normativa. A continuación, para poder entender al sexo como normativa, tuve que generarme una idea partiendo de lo que vivía, así, un ejemplo claro del sexo como normativa se puede evidenciar en tiempos de pandemia, específicamente en la ciudad de Bogotá, donde la alcaldesa expuso la iniciativa del pico y género. La normativa del pico y género no fue lo que muchos esperábamos, sobre todo porque la policía desconocía la manera de actuar frente a las personas trans o en proceso de transición.

Planes de acción, frente a la crisis sanitaria, como el pico y género, suelen ser planes mal ejecutados, porque se desconocen los límites normativos del sexo. Cuando las instituciones armadas, como la policía o el ejército, desconocen los cuerpos que importan, es decir, aquellos cuerpos que importan como una categoría diferente a la heteronormativa, suelen presentarse efectos negativos, pues las instituciones armadas atacar cuando algo aparenta ser amenazador para ellos.

Otro ejemplo claro del ataque de las instituciones armadas hacia los cuerpos que importan, pudo registrarse en el metro de Medellín, cuando unos policías atacaron a una mujer trans que iba tranquila en el metro. Es en todos estos casos donde uno cae en razón de que en el sexo hay violencia, algo que no puede controlarse. Aún así, es necesario una propedéutica, una enseñanza previa, algo que desvele los prejuicios de las personas, pues no sólo las instituciones armadas generan ese sinsabor en mí o en los otros.