La distancia insalvable


Hay una cantidad de distancias que uno crea con el paso del tiempo, y hoy vengo a contar una de ellas. En esta ocasión hablaré de una distancia en particular, y es la que se genera a partir de la no comunicación, de aquella que impide que dos o más personas compartan lo que sienten.
Una vez, hace muchos años, conocí a alguien que me sacó de lo más profundo del desconocimiento, y empecé a ver la vida con nuevos ojos, donde todo, al parecer, tiene una solución o un significante. Pero, antes de ayer, esa persona me escribió para desearme lo mejor, y me dijo que siguiera buscando mi lugar en el mundo, por esa razón tengo la biografía que tengo en Twitter. Recibir esos mensajes de WhatsApp me hicieron ver que la amistad está englobada en una neutralidad, donde las personas no dependen de otras y tampoco terminan por perder el contacto. Pero cuando pasa mucho tiempo, sin saber el uno del otro, suele desaparecer la afinidad o eso que considero invaluable. Los ideales, los sentimientos, la simpatía y las semejanzas que se habían generado durante años se empiezan a fragmentar.
Hay cosas que no se pueden salvar, como el querer acercarse a alguien que en definitiva considera la existencia de uno como la de un arroz en el arrozal, y todo se vuelve nebuloso, enigmático, e insoportable. Hasta acá creo que, dejar de pensar en el pretérito fortalece el presente y asegura la fuerza para enfrentarse a un futuro dudoso.

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