Las amistades invaluables
Desde que viajé, sólo un par de personas me han escrito. Quizá mi momento en Bucaramanga ya pasó, ya fui lo suficientemente grande allí, pero es tiempo de sumergirme. Es momento de revelar más de mí, de enfocarme en lo que me gusta, en aprender nuevas forma de transcurrir, que no sean las habituales en mis anteriores entornos. Hay que conocer, observar, fotografiar con más detalle aspectos armoniosos de lo fortuito. Algún día saldré a la superficie, estudiaré con juicio alguna cosa, y volveré a tener costumbres propias, es eso lo que más quiero, quizá necesito estar completamente sólo para sentir mi tristeza legítima.
Gracias a aquellos que me escribieron, porque ahora puedo reconocer el concepto de invaluable, de aquello que tiene un valor inestimable, que sólo se puede conseguir con el paso del tiempo. En suma, de algo sirve el intercambio de palabras, de líneas y de información. Todo hace parte de una reflexión propia, de un comienzo y de un cambio, hasta reconocerse dentro de un proceso histórico.
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