Cuarta parte: Los recuerdos de los juegos de barrio
Me ha pasado que a veces recuerdo a las personas con las que jugaba en la calle donde vive mi abuela. A esto, creo que trabajar los recuerdos resulta un poco complicado, pero el beneficio de ejercitarse en imaginar tiempos pasados es que nos da un control propio sobre las sensaciones y nos genera una reducción de la hiper sensibilidad emocional.
Generalmente siento una sensación de ligereza cuando recuerdo, pues, me doy a la tarea de buscar acontecimientos que han producido un cambio en mí en la forma de amar o de relacionarme. Esto ha causado que como humano intente vivir dentro de los buenos tratos. Así, entre el antes y el después de mi vida, considero que son los juegos, como las rondas, las que me ayudaron a socializar, a sentirme dentro de un grupo de personas, y a permitirme reir y más adelante llorar.
Los juegos nos permiten ser queridxs, nos dejan ver que podemos ser parte de algo, y que la vida se trata de buscar y de estar en el lugar donde nos quieran. La posibilidad de ser, como dice Cyrulnik, metamorfoseados, es posible gracias a que nosotros también nos damos la oportunidad de ser queridxs, no sólo por nuestras figuras de apego, sino también por las personas que quizá no conozcamos.
En el fondo siento que la sensación de ser querido puede hacer que unx cambie de ideas, y de esta manera, me siento obligado a contarles sobre cómo las personas pueden hacer que las cosas hablen.
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