Aither


Esta vez me voy a dedicar a escribir sobre el cielo.

Bueno, no sé por dónde iniciar. Hace mucho tiempo que estoy enamorado del cielo, ese quinto elemento, ese 'otro mundo' que no alcanzo a entender por completo. Siempre que veo el firmamento imagino una pintura que correo por todos lados, que es efímera, que no deja escapar ni una de sus nubes mientras la miramos, hasta que dejamos de ver y desaparece. 
No soporto el cielo en algunos momentos, como cuando estoy ocupado en cosas como correr, me deja ciego en momentos, me canso de algo, de mí quizá. Pero hay veces que me siento en calma, con o sin nadie, el cielo siempre será esa parte diferente que trasciende en mi naturaleza. 
La gran tarea será siempre sorprenderme de que aún estoy vivo, y descubrir todos los colores que son posibles en un atardecer. La pasión que me despierta el paisaje que crea el cielo, es lo único que siempre me mantendrá unido a lo que hago, a aquello que me gusta, el aire que se respira siempre será demasiado bueno. 
Cuando hablo del cielo siempre me quedo mirando los árboles que hacen ver las nubes más relajadas, eso evita que todo lo esencial no se manifieste completamente, y qué más le puedo pedir a esto que nos rodea. 
Y ni hablar de los atardeceres. La vez que fui a Cartagena de Indias pude tomar muchísimas fotografías, la mayoría son del atardecer o en él. La noche se hace más misteriosa, y con esa cantidad de estrellas que se asoman en una noche sin nubes, uno siempre se sentirá plenamente lleno, no hay vacío que no pueda ser llenado con las estrellas.

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