Heurística del Desarraigo
Hace un par de meses dejé de comunicarme con una persona importantísima para mí.
Me di cuenta de que el desarraigo es una experiencia que, inevitablemente, me enseña algo sobre mí mismo. En 2024, tuve que enfrentar un desarraigo emocional particularmente significativo, dejé de hablarme con una persona que fue muy importante para mí. Aunque nuestras conversaciones se habían ido apagando poco a poco, el corte final se sintió como la caída definitiva de un puente que ya no podía sostenerse. Y como sucede con todo desarraigo, este proceso trajo consigo un aprendizaje inesperado, una especie de heurística existencial que se va revelando en la medida en que yo seguía avanzando.
Pensar en desarraigo me lleva inevitablemente a Cyrulnik y su libro El murmullo de los fantasmas, donde explora cómo los recuerdos traumáticos y las pérdidas dejan huellas que, en lugar de borrarse, se transforman en murmullos persistentes. Cyrulnik habla de la resiliencia como la capacidad de transformar esos murmullos en relatos que nos permiten seguir adelante. Sin embargo, lo que más resuena conmigo es su idea de que los vínculos que rompemos no desaparecen por completo; se convierten en fantasmas que susurran desde la memoria misma, recordándonos tanto lo que perdimos como lo que aprendimos de esa pérdida.
En mi caso, el proceso de dejar de hablarle a esta persona no fue un acto abrupto, sino una serie de silencios acumulados que se fueron construyendo en medio de las circunstancias que vivíamos. Durante ese tiempo yo estuve sumergido en un trabajo explotador que me absorbía completamente, mientras la otra persona... me gusta imaginar que estaba ocupada en sus estudios. Sin embargo, con el tiempo descubrí que algo había cambiado en su percepción sobre mí. Finalmente, corté el vínculo porque sentí un gaslighting por ahí, y bueno, eso me dejó claro que el vínculo ya no podía sostenerse. Poco después dejamos de hablarnos y también de seguirnos.
Según Pichón Riviere, los vínculos no son estáticos ni definitivos, sino que son procesos dinámicos que se construyen y deconstruyen constantemente en la interacción. La ruptura de un vínculo no implica su desaparición, sino su transformación. Se convierte en un espacio vacío que puede ser llenado con nuevos significados.
Pichón hablaba de la "situación nodal", ese momento en el que un vínculo llega a un punto crítico que exige una resolución. En mi caso, el momento nodal llegó cuando me di cuenta de que el vínculo ya no sostenía ninguna de las dinámicas que lo habían hecho significativo. Lo que alguna vez fue un espacio compartido de mutua comprensión y afecto, se había convertido en un terreno árido donde cada intento de conversación parecía un eco lejano de algo que ya no existía.
Desarraigarse de alguien no significa despojarse de todo lo que esa persona significó. Significa, más bien, aprender a convivir con los fantasmas que quedan. Estos fantasmas no son necesariamente aterradores. Amigxs, siento que a veces son susurros que nos recuerdan las lecciones aprendidas. Cyrulnik señala que la resiliencia no es una cualidad innata, sino un proceso que se desarrolla a partir de las narrativas que construimos sobre nuestras pérdidas. En este sentido, escribir sobre el desarraigo es un acto de resiliencia: yo transformo el dolor de la pérdida en un relato que me permite seguir adelante.
Este desarraigo también me ha enseñado algo importante sobre las rutinas y los lugares que comparto con las personas significativas. Los lugares que solíamos frecuentar juntos ahora tienen un eco diferente. Las rutinas que solían incluir a esa persona han cambiado, y eso también es parte del proceso de desarraigo. Dejar atrás personas implica, también, dejar atrás ciertas versiones de nosotros mismos que existían en esos contextos compartidos.
En última instancia el desarraigo es una forma de aprendizaje que invita a redefinir quiénes somos cuando dejamos atrás lo que antes nos definía. Como dice Cyrulnik, los fantasmas no desaparecen; se transforman, y es en esa transformación donde encontramos nuevas formas de habitar nuestra propia historia. Y ya, eso es todo, aquí hay que aprender a dejar, a pensar en nuevas cosas y conseguir otros amigxs o cosas que nos hagan felices.
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